Una mirada de pájaro al cine en Chiapas.



Texto y fotografías: Noé Pineda Arredondo (Noeve Sietesoles)

Fotograma de Cinema Paradiso de Giuseppe Tornatore
  
Hablar de cine en Chiapas y hablar de audiovisual es hablar de una larga historia, que para efectos de lo que queremos contarles vamos a verlos como una sola y continua actividad, la cual pienso dividir en 7 apartados para abordarles en artículos subsecuentes a éste, pues es imposible abordar con lujo narrativo y de detalle en uno sólo. Como la historia es larga y el reto para hacer una revisión histórica y crítica aún más, he decidido que hoy tengamos una especie de Tachihuil1 chiapaneco, y en adelante dividir los artículos como momentos teatrales:

Primer Acto:
La llegada del cine a Chiapas y la época de oro. Chiapas en el cine mexicano
Segundo Acto:
Los indígenas chiapanecos en el cine ¿el antropólogo y el indigenista vienen a salvarlos?
Tercer Acto:
La transferencia tecnológica, el audiovisual como herramienta política y emancipatoria
Cuarto Acto:
Salas de cine y construcción de públicos, una tarea de todos los días
Quinto Acto:
La formación local de videoastas y cineastas, una esfuerzo prolongado. ¿Escuelas de cine o colonización audiovisual?
Sexto Acto:
Muestras de cine, promotores y espacio de recreación de lo hecho en Chiapas (San Cristóbal de Las Casas en particular)
Séptimo Acto:
La obra de... (análisis de autores chiapanecos)

Así comienza la historia...

Según autores y documentos de la época, en 1905 llega a Tuxtla Gutiérrez la primera empresa cinematográfica, Campana y Vernier, la cual proyectaba “La guerra ruso-japonesa”, entre otros títulos, su pasó por Tuxtla es, vamos a decir, efímero y es hasta 1908 en que a Chiapas llega, según los periódicos de la época, la primera empresa cinematográfica sería, la Adams-Sanabia, del señor Rodolfo Tosta. Traían el cinematógrafo Pathé, y extendieron las exhibiciones a Chiapa de Corzo, San Cristóbal de Las Casas y Comitán. Fue precisamente en San Cristóbal donde se estrenó Asalto y robo de un tren (Edwin C. Porter, 1903).

A pesar de no tener cines construidos, los recintos en Tuxtla y San Cristóbal para albergar las proyecciones durante muchos años fueron el Teatro Emilio Rabasa y el teatro Daniel Zebadúa, respectivamente. Las salas de cine se consolidan en los años 40´s. Provocado por la industria creciente. La inauguración del cine Alameda en Tuxtla en 1940, representaría en su época el modelo de la modernidad que llegaba a Chiapas, el cine tenía dulcería, aire acondicionado, butacas y planta de luz. En San Cristóbal los cines Variedades y Las Casas, serían la diversión de chicos y grandes durante varios años, eso sí, los indígenas estaban excluidos de acceder al cine, por los costos y las dinámicas de exclusión existentes.

Panorámica del parque Rodulfo Figueroa donde se aprecia un cine  (1944) Fuente: https://cinesilentemexicano.wordpress.com

Los Cinemas Santa Clara, ultima experiencia salas de cine local, duraron hasta la llegada de Cinepolis, aunque pretendieron competir con el consorcio que controla en mucho las salas de proyecciones y es patrocinador de varios festivales, las dinámicas del mercado terminaron de vencer la “necedad” de sus propietarios. Como ya se decía anteriormente, el teatro Zebadúa fue un recinto para el cine, hasta entrado el siglo XXI recibió las actividades del primer Festival de Cine Internacional en San Cristóbal de Las Casas 2015 (FIC San Cristóbal).

Para las familias indígenas y mestizas excluidos de los cines Variedades o Las Casas, estaban las proyecciones de los gitanos, los húngaros les decían. “A las maravillosas proyecciones trashumantes realizadas por los gitanos o húngaros, desde la década de los 40´s y hasta muy entrado el siglo XX, se cuenta que estas eran anunciadas de pueblo en pueblo con un altavoz ofreciendo a su paso el argumento de la película: “Venga usted a la función de la tarde, habrá besos, habrá chingadazos””.2

De lo imaginario, lo real, a la pantalla grande.

Desde esos albores de inicios del siglo XX, Chiapas era escenario, no sólo de proyecciones, sino de filmaciones, por ejemplo, Viaje de Justo Sierra a Palenque (Gustavo Silva, 1909) y Los misioneros en Chiapas (Talleres Cinematográficos de la Secretaría de Educación, 1922), dan cuenta de los registros cinematográficos en esos comienzos del siglo. En la llamada época de oro del cine mexicano, en Al son de la marimba (Juan Bustillo Oro, 1940), vemos un Chiapas imaginario, pues la película ni se filma en el estado, ni da cuenta de la realidad local, sólo usa algunas de sus características y la música de Alberto Domínguez como gran eje referencial; un libro que hay que leer es el que escribió Gustavo García, y que lleva el mismo nombre.

El cine indigenista y antropológico en Chiapas también tiene diversas afluentes, destacan Raíces de Benito Alazraki, 1954, en cuyo guión participa, entre otros, Carlos Velo, promotor del cine verité en México, y Hans Beimler en la fotografía, en el capitulo denominado “Nuestra señora”, “narra, con toques de ironía, los esfuerzos de una antropóloga estadounidense por comprender las costumbres chamulas” y Todos somos mexicanos, 1958, a iniciativa del Instituto Nacional Indigenista (INI) convoca a personajes como Gastón García Cantú, Rosario Castellanos y Fernando Espejo para el guión, a Nacho López para la fotografía y a José Arenas para la dirección, una producción para destacar las labores de “las acciones sociales, educativas y de salud, implementadas por el INI a partir de los primeros Centros Coordinadores Indigenistas que se establecieron en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, en la zona Tzeltal-Tzotzil (1950)”.


El cine antropológico fue otra constante en el siglo XX, el archivo de Frans Blome y Gertrudi Duby son una muestra de la documentación realizada a los indígenas Lacandones, su acervo actualmente está bajo resguardo de la Filmoteca de la UNAM. Un ejemplo de los materiales que existen de índole antropológico Lacandon, es el documental realizado por Saudhi Batalla, Lacandones, expedición Leonard 1955, 2002; ella misma ha sido la responsable de restaurar el archivo fílmico Na Bolom A.C quienes son los propietarios del archivo de Frans y Gertrudi. Otro ejemplo del registro antropológico son las variadas películas de la fiesta de San Juan Chamula, muchas filmadas en los 70´s y 80´s.

El cine, en su experiencia ficcionada, desde Al son de la marimba hasta Los adioses de Natalia Beristáin, 2017, basada en una parte de la biografía de Rosario Castellanos, se haa alimentado de Chiapas, que aporta sus personajes históricos, músicas, tradiciones y contradicciones políticas y sociales, pero sobre todo su participación como escenografía o ambiente, como lo fue en el film Depredaror de John McTiernan, 1987 o The Blue Eyes (Los ojos azules) de Eva S. Aridjis 2011.

Chiapas al cine ha aportado también a sus habitantes para actuar en ellas, desde la ya mencionada Raíces, pasando por La rebelión de los colgados de Alfredo B. Crevenna, 1954, Chac: the rain God (Chac: Dios de la lluvia), escrita y dirigida por Rolando Klein, 1975, Cascabel de Raúl Araiza, 1976 o Corazón del tiempo de Alberto Cortés, 2009.

Chiapas, también es, fue, ha sido, un tema, lugar, de interés para el cine documental, y en los años 90´s, con el levantamiento indígena del Ejército Zapatista de Liberación Nacional el 1 de enero de 1994, desata un boom de producciones con el tema de la rebelión y el tema indígena, pero a su vez, la apremiante necesidad de la cinematografía y producción local, pues en esos años, casi todo lo producido, se realizaba por agentes que venían de fuera, aunque había ya desde muchos años atrás, experiencias de realizadores, promotores culturales, fotógrafos y activistas sociales. Con la llegada del video, el registro audiovisual de luchas y procesos fue algo que se puso en marcha por parte de periodistas y activistas, el video permitió más producción documental y en menor medida de ficción.

 
 
 
 
 

En ese contexto, cobran mayor relevancia las actividades realizadas localmente, por ejemplo, Mariano Estrada, quien en 1992 recibe uno de los talleres del Transferencia de Medios Audiovisuales (TMA) del INI y tras ello en 1993 funda el área de comunicación de la organización social Xi’nich. Mariano es actualmente Coordinador General de la Coordinadora Latinoamericana de Cine y Comunicación de los Pueblos Indígenas (CLCPI). O la experiencia del Colectivo de Mujeres de San Cristóbal, fundado en 1989, para promover la defensa de los derechos de las mujeres y divulgar la violencia que las mujeres vivían todos los día, quienes producen una serie de cortos ficcionados en video: “Ya no más”, 1995.

Nacen propuestas como Chiapas Media Pyoct/ProMedios de Comunicación Comunitaria, quienes en 1998, como menciona Alex Halkin, fundadora del proyecto, “Chiapas Media Project (CMP)/Promedios, se constituyó como una ONG bi-nacional que provee de videos, equipamiento computacional y entrenamiento a comunidades indígenas de Chiapas y Guerrero, México”3. En Guerrero el proceso se canceló hace ya muchos años, en Chiapas se formaron visdeastas zapatistas quienes conformarían los Centro de Comunicación Rebelde Autónomos Zapatistas, hoy fusionados como Tercios Libres, y desde 2016 impulsa un espacio de formación en comunicación popular denominada “Votán K´op” (Corazón de la palabra), ya no colabora en la formación de los videastas zapatistas.

Foto: Francisco Vázquez 1998
 
Influenciados por las largas experiencias locales y el contexto, además de los cambios tecnológicos y políticos, aparecen experiencias como los Talleres realizados por Carlos Martínez y el Diplomado en “Antropología Visual con Especialidad en Derechos Indígenas” (Nivel I) y Diplomado en “Antropología Visual, Cine y Medios de Comunicación”, realizados en el CIESAS Sureste en el año 2000, y donde participó también ProMedios y Carlos Martínez. Estos cursos de formación serán la catapulta a principios de siglo que logra que los indígenas chiapanecos, de ser sujetos de estudio en el cine, sujetos de escenografía, tema de películas, actores secundarios, se lancen a la “alfombra roja” de los festivales de cine que en el siglo XXI surgen como otro boom del cine documental.

Es esos albores del siglo nacerán experiencias como Mundos Inéditos, una de las primeras experiencias locales que ya, en colaboración con el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), IMCINE y la Cineteca Nacional, traerían los primeros cursos de formación vinculados a estas instancias nacionales formadoras, promotoras y gestoras de políticas públicas en la materia.

Caset original "Ya no más", 1995. Cortesía de Lupita Cárdenas

A la par de que sucedía todo esto, los espacios de proyección y la difusión de la producción documental fue clave para también construir públicos, desde las proyecciones de cien que tuvo a bien realizar Luis Urbina consiguiendo películas en diversas embajadas y habilitando la sala de bellas Artes, pasando por la breve experiencia de la sala de cine de la Casa de las Imágenes, por las proyecciones en El Puente, La Ventana, La Galeria, el foro cultural independiente Kinoki se constituiría como el espacio actual con mayor continuidad y diseño específico dedicado al cine.

No hay que olvidar los intentos de muestras de cine documental que también alimentaron los públicos e iniciativas locales, sobre todo en el siglo XXI, por ejemplo en 2001 tuvo lugar la primera proyección d ellos documentales ganadores en el primer encuentro Hispanoamericano de cines y video independiente Contra el Silencio Todas las Voces, que realizamos en el Café Museo Café; las muestras de producción local en 2002, que muchos años después darían paso a la muestra de cine Ocote: Miradas Encendidas; y muchos otras iniciativas de llevar cine a los barrios, colonias y localidades rurales.

Logo de Ocote: Miradas Encendidas
 
En buena medida gracias a todo el esfuerzo de muchos actores locales que continuamos trabajando y lo que se desarrollaba desde la capital de país con la consolidación de festivales y muestras de cine documental, la consolidación de los Festivales Internacionales de Cine como el de Morelia y el de Guadalajara, llegarían los talleres de formación de Ambulante y del CCC quienes se sumarían a una historia continua, formando personas para la realización, sobre todo, de cine documental. Actualmente, en Tuxtla existe una escuela privada de cine, Cine Descartes, en San Cristóbal existe el proyecto de Escuela de Cine Documental de San Cristóbal de Las Casas; Cinepolis es la única sala grande de cine, pero que tiene una oferta muy limitada, es gracias a los foros culturales independientes como Kinoki, El Paliacate, Wapaní, entre muchos otros que se tiene oferta cinematográfica de calidad y variedad, es principalmente en Kinoki y El Paliacate donde llegan las muestras de los festivales mexicanos y de otras latitudes. Actualmente Comitán viene proyectándose también como sede de muestras cinematográficas y Tuxtla por ser capital.

 Tercios Compas, en el Festival de cine en el Caracol de Oventic, Puy ta Cuxlejaltic, 2018

También las instituciones de educación superior como UNACH, la UNICH o el CESMECA, han venido impulsando muestras de cine, ampliando la oferta; un sin número de cursos privados de formación, algunos serios otros no tanto, han aparecido con más continuidad en la capital del estado y San Cristóbal; desde 2015 San Cristóbal Alberga el FIC de la ciudad, que ha tenido algunas complicaciones a últimas fechas; por otro lado se mantiene la Muestra de Cine Chiapaneco Ocote: miradas encendidas, la Alianza francesa ha promovido también la proyección de cine frances, entre varias iniciativas que no alcanzaré a mencionar.

Así la historia, sus actores, sus contextos y sus logros son variados. Hay cine más allá de la capital del país.

 Tercios Compas, antes Promotor de Comunicación, Caracol de Morelia 2017
 Estudiantes de la escuela de Comunicación Popular Votán K´op de ProMedios, 2016
 Mujres tsltales grabando la llegada de Marichuy al Carcol de Morelia, 2017
 Gráfico en una calle de San Cristóbal de Las Casas, 2018
Equipo de comunicación de Las Abejas de Acteal, CDMCH y ProMedios, 2018
 
PD: En noviembre de 2018 se realiza por primera ocasión, aunque hubo muchos intentos previos para realizar algo parecido, el festival de cine Puy ta Cuxlejaltic (Caracol de nuestra vida) en el Caracol zapatista de Oventic, del 1 al 10 de noviembre 2018, con lo que se culmina una etapa y se comienza otra.

Primer cortometraje realizado por Promotores de Comunicación Zapatista con el apoyo de Chiapas Media Project/ProMedios 1998
 
1El tachihuil, es un platillo chiapaneco, no sólo de esta zona, que en teoría es una especie de revoltijo preparado con los sobrantes de otros platillos, es casi como una especie de cine de reempleo culinario.
2Saavedra Luna, Silvia Isisi. “La selva de nitrato: historia del cine en Chiapas”, en Arte moderno y contemporáneo en Chiapas, coordinado por Roberto Sepúlveda, México 2000.
3 “Fuera de la óptica Indígena: Zapatistas y Videastas Autónomos”, Halkin, Alexandra en Global Indigenous Media: Cultures, Poetics, and Politics 2008

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