De ida y ahora de vuelta en la Ciudad de México.
Los últimos días en Chiapas estuvieron llenos de emotividad, la verdad que las amigas y amigos hicieron que su servidor llegara a dudar de la decisión tomada, el día de mi cumpleaños Marina, Cecilia y Leo se lucieron, hicieron todo una escenografía para mi cumple, veladoras por toda la casa, una cena de pescado en un pez de hojaldre, superrequetecontradelicioso, vino, gorritos, canción de José José ¿¿¿????? Que desconozco el sentido de su selección pero se les agradece de corazón, y horas y horas de amena platica, chistes, comentarios y por supuesto, nadie habló de mi partida, ni siquiera Carmen que estaba de visita desde Sevilla, una pena por que me encontró a medio mudarme.
El cumpleaños fue pretexto para otro festejo, Meli de La Pera me invitó a cocinar el siguiente sábado para celebrar y dar inicio a una nueva forma de convocar de La Pera; invitar a un amigo/a a cocinar para que invite a sus amistades y hacer una especie de comida y reunión amena. El caso es que el siguiente sábado nos metimos a la cocina Marina y yo, eso si con muchas pinches, o sea, ayudantas, tomamos por asalto la enrome cocina de La Pera, que en verdad fue un alucin, en mi vida había tenido tantos materiales, manos e instrumentos para cocinar.
Ese día invite a mucha gente, de las cuales llegaron pocos, y menos mal por que la comida sólo dio abasto para las como 20 personas que llegaron, si hubieran llegado más se hubieran quedado con las ganas de probar la sopa de hongos, los sopes con tinga y los deliciosos pasteles de Marina, que como siempre se lució en la repostería.
Lo más divertido fue en la preparación, pues a mi se me cayó todo el caldillo de tomate por no cerrar bien la licuadora a la hora de molerlo, después a Maia se le salió su sopa fría, parecida al gazpacho pero esa sí rica, por que se desprendió la parte de abajo del vaso de la licuadora, risas y risas se dieron en la cocina mientras preparamos la comida de cumpleaños, despedida e inauguración.
Luego por la noche, toco la banda de Florencia, los, la verdad que no me recuerdo como se llaman, pero era algo que sonaba como a tutifruti, quienes ya habían tocado la noche anterior pero en esa ocasión decidieron repetir en La Pera, y poco a poco el ambiente fue levantando, por supuesto la cerveza no dejaba de correr por nuestros cuerpos. Al finalizar, ya emocionados y con fiesta encima nos fuimos a casa de otras amigas que seguirían la fiesta, por otra despedida, pero prácticamente La Pera entera nos jalamos para la fiesta y ahí baile hasta entrada la madrugada, no pues muy larga la jornada de aquel sábado inolvidable.
Durante esos días nadie hablaba de mi salida al DF, pero la siguiente semana pues como que ya la cosa iba en serio, ni yo me la tomaba en serio, pero la siguiente semana previa al 19 de mayo, yo me metí a lo de mi exposición fotográfica de Ida y vuelta, la llamé, pues representa una despedida y un punto de partida entre DF y Chiapas, Chiapas y DF, con la valiosa ayuda de Ceci y Leo logré hacer la selección final, 28 fotografías de diversas cosas, ni fotoperiodismo, ni paisaje, ni retrato, sino un poco de todo eso.
Para mi sorpresa, la ONG donde trabajaba habían lanzado la convocatoria para la fiesta de despedida, pues salíamos Gloria, Sergio y yo, así que la armaron en grande el 18, ese viernes lograron convencer a don Samuel Ruiz de que estuviera para despedirnos, yo casi lloro de pura emoción, pues cuando me toco hablar llegaron los compas y las compas de Palenque, quienes fueron los primero con quienes comencé a trabajar en forma, allá por el año de 1997, cuando llegué a residir en Chiapas, Joel, Fulgencio, Flor, Cristina, Saúl y llegó también Carlos, el profesor de la UAM que me enganchó para trabajar y un gran amigo que ha estado cerca en todos esos años viviendo y trabajando en Chiapas, llegaron los compas de comunidad con quienes había venido trabajando los últimos meses.
Los del Frayba se sacaron un 10, pues cuando pensábamos que ya había pasado el momento emotivo y comenzaba la bebedera y el baile, van entrando los mariachis, los ojitos se me hicieron grandes, pues la verdad que eso sí no me lo esperaba, así que pedimos y pedimos canciones, unas alegres y otras más sufridoras, de por si así es la música vernácula.
En esas estábamos, cuando se me acerca don Rafa, quien me dijo que no me fuera y que si me iva que sabía que había gente que me apreciaba, ahí me doble otra vez y casi me saca las lágrimas, pero no, que me aguanto como los “machos” y pues sólo alcanzaba a sacar una sonrisa nerviosa; otros amigos de comunidad también me dieron todo su apoyo y me recordaron que siempre sería bien venido de regreso, ahí me entró otra duda de irme o no, pero pues conforme avanzaba la noche, el trago, el baile, la música me fui relajando y me divertí como enano, pues llegó Lau, quien me hizo sentir muy querido por una mujer, después llegó Leo, mi carnalito del alma, horas después Cecilia y Luís, quien expuso ese mismo día una serie de fotos super chidas sobre la bio-diversidad, se las recomiendo ampliamente.
Así bailamos, nos pitorreamos de la música de mariachis tristona, después de los debralles de cada quien con su música y sus bailes, la banda europea que llegó, bailaba super chistoso, como la mayoría de los de allá que tienen un serio problema con la cadera; fue avanzando la noche hasta como a eso de las 3 de la mañana que salimos cansados, desvelados y medio ebrios, pero felices.
Al día siguiente tenía que preparar todo para la expo, que según yo era individual, pero resulto ser una expo colectiva, ahora les digo por qué. Resultó que todos, Ceci, Leo, Luís y Lau me ayudaron al montaje, a arreglar la galería, antes Casalia, y hasta esos días Tragameluz, pues también cerró por falta de actividades; Marina y Tania se super lucieron con la comida, vayan viéndola en esta foto.
Las dos compañeras, muy queridas por mi, hicieron un trenecito de comida que comenzaba con una locomotora de berenjenas y un cabuz de calabacitas tiernas, encima un batallón de zapatistas, de esos de lana que se venden por las calles de San Cristóbal, una bandera del EZLN encabezaba el convoy y otra de piratas, la verdad que su exposición culinaria daba pena tocarla, pues aunque era para que los parroquianos le hincarán el diente, todos se quedaban pensando que era una exposición sólo para ver, en verdad que sí lo era pero era una cosa de arte efímero, pues había que verla y después comerla.
A la expo llegó mucha más gente de la que me esperaba, recibí felicitaciones de muchos, de mis amigas y amigos, y de otros que están metidos en las letras, la foto como José Ángel Rodríguez, otros en eso de la promoción cultural y otras personas que aunque no están en esos asuntos, les gustó mucho la primera parte de la expo, cosa que me dejó un buen sabor de boca, pues era la primera vez que exponía sólo en San Cristóbal, de vez en vez cae bien para la auto estima, qué no.
Esa noche nos la agarramos larga, tres botellas de tequila e innumerables de cerveza, ha tal punto que terminé regalando las fotos a quienes me las pidieran, y más delante terminé discutiendo con Favricio, creo que es como mi Némesis por que regularmente nos contrapunteamos, no por que no me agrade, es un cuate super chido, nomás que nuestra química saca eso entre nosotros, después de eso y decirle que lo quiero mucho, me fui a dormir, por delante estaba la última semana antes de partir a DF.
Y para no dar detalles de esa semana, me quedo sólo con la despedida, el sábado 27, decidimos hacer venta de garage, los FI´s, para recuperar algo de dinero y deshacernos de cosas que ya no queremos o no les vemos futuro a nuestro lado, y fue en medio de la venta de garage que salí para la ciudad capital, con la combi roja llena de cosas según yo, indispensables para mi.
La salida estuvo a punto de sacarme las lágrimas, pues me quedó la imagen de Ceci, Leo, Luís y Azael diciéndome adiós, así que la manejada hasta Tuxtla estaba con ráfagas de memoria, los caminos, la vegetación, la gente, mi gente, pero me dije que siempre puedo regresar, y mejor aún, con más cosas para compartir y dar a mi gente, así que pues llegando a Tuxtla, me encontré con Lau, que linda como siempre, estaba al lado para echarme la mano con la nostalgia y la manejada.
El camino lo hicimos en 2 días, dormimos en Veracruz, y por supuesto ahí nos echamos unas pellizcadas y una enchiladas suizas que picaban como enchiladas mexicanas. A la mañana siguiente fuimos con el mecánico pues la combi había estado medio rejega en el camino, y ahí el don mecánico nos dijo que se había quemado un cable de la corriente, y que debía cambiarlo. Ahí Lau me comentó que ese sí era un conocimiento útil, lo cual me hizo recordar las palabras de mi madre: “aprende un oficio, eso sí te va a dar para comer y no tanto libro que quién sabe de que habla”.
El caso que después de que el don mecánico nos dejará lista la combi salimos en nuestro último tramo a la gran capital, yo la verdad que iba en la duda permanente, será que me va a ir bien, será que fue buena mi decisión, será que mejor me quedo con lo conocido; así me fui buena parte del camino, mientras manejaba Lau, hasta que bajando por Puebla, nos detuvimos a echarnos unas deliciosas e incomparables quesadillas de carretera.
Seguimos, una vez lleno el estomago, la gran bajada de Puebla a Chalco, que es como un tobogán, nos anunciaba la cercanía, más delante logramos divisar la mancha de smog que caracteriza al DF, y ahí me dije, no pues ya llegué.
Llegando a la entrada de la última casete de peaje había una fila descomunal de autos y camiones, y justo fue que le dije a Lau, no si está fue una de las razones por las que salí del DF hace 10 años; ella me miró como diciendo, no me salgas con eso, pero alcanzo a decir, positiva como casi siempre, no te preocupes, todo va a estar bien, y ahí me recordé de una canción de Nina Simon: O-O-H Child, y cantándola en la cabeza continúe manejando hasta encontrar el viaducto.
Ya con el viaducto encontrado, pues llegar a la nueva casa, a la mía nueva casa, fue más sencillo, llegamos a la Condesa, lugar de perros, restaurantes, galerías, gente bien y gente fresa, gente chida y gente nomás, nuevo lugar de residencia para la nueva etapa, trabajar en un programa de televisión. Descargamos la combi roja que parecía sería, ya sé que los coches no dicen ni expresan nada, pero no sé por qué me dio la impresión que la combi estaba sería, será por que al fin habíamos llegado.
Y ya desde la ciudad capital, El Electrón inestable escribe esto, más delante les daré a conocer la crónica de la primer semana, que estuvo intensa y no me ha dado tiempo ni de nostalgias, ni de pensármela mucho, pues me he integrado al trabajo rápidamente, lo cual me hace sentir en mi lugar, en mi momento y donde quiero estar, por ahora…
Los últimos días en Chiapas estuvieron llenos de emotividad, la verdad que las amigas y amigos hicieron que su servidor llegara a dudar de la decisión tomada, el día de mi cumpleaños Marina, Cecilia y Leo se lucieron, hicieron todo una escenografía para mi cumple, veladoras por toda la casa, una cena de pescado en un pez de hojaldre, superrequetecontradelicioso, vino, gorritos, canción de José José ¿¿¿????? Que desconozco el sentido de su selección pero se les agradece de corazón, y horas y horas de amena platica, chistes, comentarios y por supuesto, nadie habló de mi partida, ni siquiera Carmen que estaba de visita desde Sevilla, una pena por que me encontró a medio mudarme.
El cumpleaños fue pretexto para otro festejo, Meli de La Pera me invitó a cocinar el siguiente sábado para celebrar y dar inicio a una nueva forma de convocar de La Pera; invitar a un amigo/a a cocinar para que invite a sus amistades y hacer una especie de comida y reunión amena. El caso es que el siguiente sábado nos metimos a la cocina Marina y yo, eso si con muchas pinches, o sea, ayudantas, tomamos por asalto la enrome cocina de La Pera, que en verdad fue un alucin, en mi vida había tenido tantos materiales, manos e instrumentos para cocinar.
Ese día invite a mucha gente, de las cuales llegaron pocos, y menos mal por que la comida sólo dio abasto para las como 20 personas que llegaron, si hubieran llegado más se hubieran quedado con las ganas de probar la sopa de hongos, los sopes con tinga y los deliciosos pasteles de Marina, que como siempre se lució en la repostería.
Lo más divertido fue en la preparación, pues a mi se me cayó todo el caldillo de tomate por no cerrar bien la licuadora a la hora de molerlo, después a Maia se le salió su sopa fría, parecida al gazpacho pero esa sí rica, por que se desprendió la parte de abajo del vaso de la licuadora, risas y risas se dieron en la cocina mientras preparamos la comida de cumpleaños, despedida e inauguración.
Luego por la noche, toco la banda de Florencia, los, la verdad que no me recuerdo como se llaman, pero era algo que sonaba como a tutifruti, quienes ya habían tocado la noche anterior pero en esa ocasión decidieron repetir en La Pera, y poco a poco el ambiente fue levantando, por supuesto la cerveza no dejaba de correr por nuestros cuerpos. Al finalizar, ya emocionados y con fiesta encima nos fuimos a casa de otras amigas que seguirían la fiesta, por otra despedida, pero prácticamente La Pera entera nos jalamos para la fiesta y ahí baile hasta entrada la madrugada, no pues muy larga la jornada de aquel sábado inolvidable.
Durante esos días nadie hablaba de mi salida al DF, pero la siguiente semana pues como que ya la cosa iba en serio, ni yo me la tomaba en serio, pero la siguiente semana previa al 19 de mayo, yo me metí a lo de mi exposición fotográfica de Ida y vuelta, la llamé, pues representa una despedida y un punto de partida entre DF y Chiapas, Chiapas y DF, con la valiosa ayuda de Ceci y Leo logré hacer la selección final, 28 fotografías de diversas cosas, ni fotoperiodismo, ni paisaje, ni retrato, sino un poco de todo eso.
Para mi sorpresa, la ONG donde trabajaba habían lanzado la convocatoria para la fiesta de despedida, pues salíamos Gloria, Sergio y yo, así que la armaron en grande el 18, ese viernes lograron convencer a don Samuel Ruiz de que estuviera para despedirnos, yo casi lloro de pura emoción, pues cuando me toco hablar llegaron los compas y las compas de Palenque, quienes fueron los primero con quienes comencé a trabajar en forma, allá por el año de 1997, cuando llegué a residir en Chiapas, Joel, Fulgencio, Flor, Cristina, Saúl y llegó también Carlos, el profesor de la UAM que me enganchó para trabajar y un gran amigo que ha estado cerca en todos esos años viviendo y trabajando en Chiapas, llegaron los compas de comunidad con quienes había venido trabajando los últimos meses.
Los del Frayba se sacaron un 10, pues cuando pensábamos que ya había pasado el momento emotivo y comenzaba la bebedera y el baile, van entrando los mariachis, los ojitos se me hicieron grandes, pues la verdad que eso sí no me lo esperaba, así que pedimos y pedimos canciones, unas alegres y otras más sufridoras, de por si así es la música vernácula.
En esas estábamos, cuando se me acerca don Rafa, quien me dijo que no me fuera y que si me iva que sabía que había gente que me apreciaba, ahí me doble otra vez y casi me saca las lágrimas, pero no, que me aguanto como los “machos” y pues sólo alcanzaba a sacar una sonrisa nerviosa; otros amigos de comunidad también me dieron todo su apoyo y me recordaron que siempre sería bien venido de regreso, ahí me entró otra duda de irme o no, pero pues conforme avanzaba la noche, el trago, el baile, la música me fui relajando y me divertí como enano, pues llegó Lau, quien me hizo sentir muy querido por una mujer, después llegó Leo, mi carnalito del alma, horas después Cecilia y Luís, quien expuso ese mismo día una serie de fotos super chidas sobre la bio-diversidad, se las recomiendo ampliamente.
Así bailamos, nos pitorreamos de la música de mariachis tristona, después de los debralles de cada quien con su música y sus bailes, la banda europea que llegó, bailaba super chistoso, como la mayoría de los de allá que tienen un serio problema con la cadera; fue avanzando la noche hasta como a eso de las 3 de la mañana que salimos cansados, desvelados y medio ebrios, pero felices.
Al día siguiente tenía que preparar todo para la expo, que según yo era individual, pero resulto ser una expo colectiva, ahora les digo por qué. Resultó que todos, Ceci, Leo, Luís y Lau me ayudaron al montaje, a arreglar la galería, antes Casalia, y hasta esos días Tragameluz, pues también cerró por falta de actividades; Marina y Tania se super lucieron con la comida, vayan viéndola en esta foto.
Las dos compañeras, muy queridas por mi, hicieron un trenecito de comida que comenzaba con una locomotora de berenjenas y un cabuz de calabacitas tiernas, encima un batallón de zapatistas, de esos de lana que se venden por las calles de San Cristóbal, una bandera del EZLN encabezaba el convoy y otra de piratas, la verdad que su exposición culinaria daba pena tocarla, pues aunque era para que los parroquianos le hincarán el diente, todos se quedaban pensando que era una exposición sólo para ver, en verdad que sí lo era pero era una cosa de arte efímero, pues había que verla y después comerla.
A la expo llegó mucha más gente de la que me esperaba, recibí felicitaciones de muchos, de mis amigas y amigos, y de otros que están metidos en las letras, la foto como José Ángel Rodríguez, otros en eso de la promoción cultural y otras personas que aunque no están en esos asuntos, les gustó mucho la primera parte de la expo, cosa que me dejó un buen sabor de boca, pues era la primera vez que exponía sólo en San Cristóbal, de vez en vez cae bien para la auto estima, qué no.
Esa noche nos la agarramos larga, tres botellas de tequila e innumerables de cerveza, ha tal punto que terminé regalando las fotos a quienes me las pidieran, y más delante terminé discutiendo con Favricio, creo que es como mi Némesis por que regularmente nos contrapunteamos, no por que no me agrade, es un cuate super chido, nomás que nuestra química saca eso entre nosotros, después de eso y decirle que lo quiero mucho, me fui a dormir, por delante estaba la última semana antes de partir a DF.
Y para no dar detalles de esa semana, me quedo sólo con la despedida, el sábado 27, decidimos hacer venta de garage, los FI´s, para recuperar algo de dinero y deshacernos de cosas que ya no queremos o no les vemos futuro a nuestro lado, y fue en medio de la venta de garage que salí para la ciudad capital, con la combi roja llena de cosas según yo, indispensables para mi.
La salida estuvo a punto de sacarme las lágrimas, pues me quedó la imagen de Ceci, Leo, Luís y Azael diciéndome adiós, así que la manejada hasta Tuxtla estaba con ráfagas de memoria, los caminos, la vegetación, la gente, mi gente, pero me dije que siempre puedo regresar, y mejor aún, con más cosas para compartir y dar a mi gente, así que pues llegando a Tuxtla, me encontré con Lau, que linda como siempre, estaba al lado para echarme la mano con la nostalgia y la manejada.
El camino lo hicimos en 2 días, dormimos en Veracruz, y por supuesto ahí nos echamos unas pellizcadas y una enchiladas suizas que picaban como enchiladas mexicanas. A la mañana siguiente fuimos con el mecánico pues la combi había estado medio rejega en el camino, y ahí el don mecánico nos dijo que se había quemado un cable de la corriente, y que debía cambiarlo. Ahí Lau me comentó que ese sí era un conocimiento útil, lo cual me hizo recordar las palabras de mi madre: “aprende un oficio, eso sí te va a dar para comer y no tanto libro que quién sabe de que habla”.
El caso que después de que el don mecánico nos dejará lista la combi salimos en nuestro último tramo a la gran capital, yo la verdad que iba en la duda permanente, será que me va a ir bien, será que fue buena mi decisión, será que mejor me quedo con lo conocido; así me fui buena parte del camino, mientras manejaba Lau, hasta que bajando por Puebla, nos detuvimos a echarnos unas deliciosas e incomparables quesadillas de carretera.
Seguimos, una vez lleno el estomago, la gran bajada de Puebla a Chalco, que es como un tobogán, nos anunciaba la cercanía, más delante logramos divisar la mancha de smog que caracteriza al DF, y ahí me dije, no pues ya llegué.
Llegando a la entrada de la última casete de peaje había una fila descomunal de autos y camiones, y justo fue que le dije a Lau, no si está fue una de las razones por las que salí del DF hace 10 años; ella me miró como diciendo, no me salgas con eso, pero alcanzo a decir, positiva como casi siempre, no te preocupes, todo va a estar bien, y ahí me recordé de una canción de Nina Simon: O-O-H Child, y cantándola en la cabeza continúe manejando hasta encontrar el viaducto.
Ya con el viaducto encontrado, pues llegar a la nueva casa, a la mía nueva casa, fue más sencillo, llegamos a la Condesa, lugar de perros, restaurantes, galerías, gente bien y gente fresa, gente chida y gente nomás, nuevo lugar de residencia para la nueva etapa, trabajar en un programa de televisión. Descargamos la combi roja que parecía sería, ya sé que los coches no dicen ni expresan nada, pero no sé por qué me dio la impresión que la combi estaba sería, será por que al fin habíamos llegado.
Y ya desde la ciudad capital, El Electrón inestable escribe esto, más delante les daré a conocer la crónica de la primer semana, que estuvo intensa y no me ha dado tiempo ni de nostalgias, ni de pensármela mucho, pues me he integrado al trabajo rápidamente, lo cual me hace sentir en mi lugar, en mi momento y donde quiero estar, por ahora…
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